Agarraste un grito,
colocaste suspiros en él
con letras furiosas
que no pude entender,
y lo tiraste en mi rostro.
Apuñalaste las realidades,
las más coloridas sobre todo
que tuve en la inocencia,
con el sable de la sangre
que me arrancaste, ¡oh!.
Desobedeciste la ley natural
y también la de (tus) hombres
cuando te apoderaste
de mis atrios y ventrículos.
Se me fue el frío de mis huesos,
de los muslos, de mis andares;
se me fue la sangre helada,
la robaste de mis labios
y no la piensas devolver,
¡oh, Vampiresa de flagelos!.
Las noches se volvieron tinieblas
y nos fuimos en su espacio;
nos perdimos en la tinta de sangre,
sólo ahí, en ningún otro lado,
solos ahí, sin memorias.
colocaste suspiros en él
con letras furiosas
que no pude entender,
y lo tiraste en mi rostro.
Apuñalaste las realidades,
las más coloridas sobre todo
que tuve en la inocencia,
con el sable de la sangre
que me arrancaste, ¡oh!.
Desobedeciste la ley natural
y también la de (tus) hombres
cuando te apoderaste
de mis atrios y ventrículos.
Se me fue el frío de mis huesos,
de los muslos, de mis andares;
se me fue la sangre helada,
la robaste de mis labios
y no la piensas devolver,
¡oh, Vampiresa de flagelos!.
Las noches se volvieron tinieblas
y nos fuimos en su espacio;
nos perdimos en la tinta de sangre,
sólo ahí, en ningún otro lado,
solos ahí, sin memorias.
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